Hace algo más de 3 años, cuando trabajaba en una empresa de energías renovables, como responsable de un proyecto de I+D, me encontré con una gran dificultad que me impedía continuar con el proyecto: fabricar un espejo reconcentrador válido para colectores solares. Podía optar entre usar dos tipos de espejos estándar (fáciles de construir pero de bajo rendimiento) o buscar una nueva forma de fabricar un espejo de alto rendimiento.
A pesar de que el tiempo no corría a mi favor, busqué toda la información del mundo para inspirarme en diferentes maneras de dar salida a la mejor solución. Aunque ya había preguntado a la mayoría de amigos y conocidos, el ánimo no decaía… Un día mi padre me dijo: “Tienes que hablar con mi amigo Vicente, el de la fábrica de platos, que es un fenómeno”.
Vicente, amablemente, me enseñó la fábrica de platos para tiro deportivo que él mismo había diseñado; y al hablarle del problema que tenía que resolver, empezó a sacar tablas, caballetes, cadenas y destornilladores… Vicente entendió a la perfección que los baños de pintura metálica que habría que aplicar sobre el vidrio para conformar el espejo, no podrían hacerse con rapidez y precisión si no se usaban cilindros neumáticos posicionados a lo largo de una cadena de automatización, similar a la que empleaba él en su fábrica. ¡En 5 minutos había montado un prototipo del sistema que permitiría implementar la solución que tanto había buscado!
Él pudo hacer ese ‘click mental’ porque no estaba intoxicado con las prácticas habituales del sector de espejado y porque conocía muy bien dos de los elementos claves de este nuevo procedimiento de fabricación: los cilindros neumáticos y las cadenas de automatización. Fue formidable ver cómo me mostró, empleando objetos que tenía en su taller, la forma de introducir el tubo de vidrio en la cadena, posicionarlo, y pararlo delante del puesto donde se situaba el cilindro neumático.
Tomé fotos desde todos los ángulos posibles, le pedí un trozo de cadena, le agradecí su genialidad y salí corriendo hacia casa a hacer mis primeros esquemas. El lunes se lo conté a mi jefe y me dijo que aquello era una invención con buenas posibilidades de ser patentable. Preparé un amplio estado del arte y para profundizar en el mismo mi jefe me llevó a visitar una de las mayores fábricas de espejos de España, dónde también pregunté hasta aburrir.
El resultado de este trabajo fue un nuevo procedimiento de fabricación de espejos reconcentradores, de alta calidad óptica y que mejoran la eficiencia de captación de energía solar, y por tanto, la eficiencia de la planta solar.
Si te has quedado con curiosidad por leer la solución completa, puedes leerla aquí
El enriquecimiento que obtuve al traspasar las fronteras del sector en el que trabajaba, no sólo me permitió poder continuar el proyecto, sino que se convirtió en la semilla de mi primera patente, que hoy está registrada en países como España, China o Israel.
Las soluciones innovadoras, muchas veces, pasan por inspirarse en las prácticas de otros sectores, en socializar tus ideas y necesidades, observar con los dos ojos, preguntar y sobre todo ESCUCHAR.