Se acerca el 26J y este mes hasta el Lantern Top 5 habla de política. Eso sí, mientras la mayoría de españoles discute entre partidos según se acercan las elecciones, a los Lanternitas nos intrigan las nuevas tecnologías que transforman cómo se oye la vox pópuli. Desde el micro-activismo y la votación por aplicación móvil, hasta las propuestas que convierten la participación ciudadana digital en acción política física, este Top 5 nos deja claro que en cuanto a cómo empleamos la tecnología para fines de participación política, hoy más que nunca estamos viviendo una revolución.
Empezamos por una tecnología que ya tenemos asumida como simple, pero efectiva y con mucho potencial. La utilidad de Facebook y Twitter como herramientas políticas y organizativas es innegable desde la Primavera Árabe, pero a partir del 2015 surge un nuevo fenómeno: la opinión política ahora se manifiesta en filtros. Cuando el Tribunal Supremo de EEUU legalizó el matrimonio homosexual, miles de muros en Facebook se convirtieron en un arcoíris sin fin. También los atentados de hace unos meses en París desencadenaron un mar de fotos de perfil teñidas de rojo, blanco y azul.
Mientras que algunos disfrutan de la solidaridad que representa este tipo de expresión política digital, se ha llegado a dudar de qué se consigue en realidad con ella: ¿será simplemente auto-promoción? Hasta el momento, los filtros han sido una especie de re-activismo de apoyo o denuncia a hitos políticos, pero ¿y si pudieran emplearse para acción política de manera pro-activa? ¿Votar, por ejemplo? Nos parece sin duda un tema al que se le puede sacar mucho partido.
Y si no es a través de Facebook, hay varias soluciones tecnológicas que pretenden facilitarnos la votación sin tener que soltar el smartphone. El experimento argentino de DemocracyOS es un claro ejemplo de cómo las decisiones políticas pueden llegar a incorporarse en nuestro día a día. Bajo el lema ‘’no hay representación sin conversación’’, esta aplicación permite que los ciudadanos dialoguen directamente con sus representantes políticos sobre temas de su interés, ya sea votando o delegando sus votos en gente en la que confían. Tal y como explica una de las fundadoras, Pia Mancini, en su espectacular charla TED, se trata de emplear la tecnología de código abierto y asequible para hackear el sistema político.
Además, nuevas propuestas emprendedoras le siguen la pista, como Loomio, que está digitalizando de manera intuitiva los procesos decisorios de diversos grupos en Nueva Zelanda, y Civocracy, el punto de encuentro digital para gobernantes, políticos, empresas y ONGs de Alemania.
Otro ámbito en el que la participación política está explotando los avances en tecnología es en la gestación de leyes.
En 2017, la Ciudad de México va de ser distrito a ser estado, por lo que necesita una nueva constitución. Y se ha puesto manos a la obra a través del crowd-sourcing, con una plataforma de co-creación que incluye sondeos, herramientas de organización de encuentros, peticiones canalizadas por Change.org y grupos de trabajo. También incluye una convocatoria de ideas aportadas por la ciudadanía, recogiendo así la inteligencia y creatividad colectiva de la ciudad. A través de estas herramientas, todos los ciudadanos están invitados y desarrollan la responsabilidad de participar en el proceso de imaginar y crear su ciudad ideal.
España no es el único país con elecciones este año, y entre las más sonadas están las de Noviembre en EEUU. Mientras que todos los candidatos de este país dan mucho de qué hablar, destaca el veterano Bernie Sanders, posible candidato del partido demócrata, por su manera innovadora de emplear la tecnología para avanzar su campaña. Su metodología, denominada ‘big organizing’, sustituye los algoritmos del mundo del ‘big data’ con voluntarios que se dedican a identificar y conectar personalmente con posibles votantes. Para lograrlo, utiliza herramientas tecnológicas como Slack, que concentra todas las conversaciones entre equipos de trabajo a nivel masivo en una sola plataforma, habilitando a voluntarios a organizar a otros voluntarios y generando así una red de apoyo que crece de manera exponencial.
Y si en el 26J sigue siendo tan difícil formar gobierno, ¿qué remedio nos queda más que auto-gobernarnos? Eso propone El Campo de Cebada, espacio auto-gestionado del centro de Madrid donde se puede ir a vivir la ciudadanía en red. ¿Que qué quiere decir eso? Pues que ahí la participación ciudadana es constante y activa, y todos colaboran en ámbitos tanto físicos como digitales para formar un espacio que más que público, aspira a ser común. Utilizando herramientas tecnológicas básicas pero asequibles, como Facebook, Twitter y Whatsapp (y alguna vez la plataforma de crowdfunding Goteo también para financiar proyectos puntuales), se establecen las asambleas, foros presenciales donde los miembros de la comunidad hacen sugerencias y debaten programación de eventos como conciertos, obras de teatro y charlas.
Según su filosofía, el software de esta tecnología somos nosotros y nuestros procesos al tomar decisiones de gestión, y el hardware el espacio físico que resulta. Y aunque a nosotros también nos suena un poco intangible, el prestigioso festival de Ars Electrónica ha prestado validez al concepto al reconocer al Campo con su premio Golden Nica en la categoría de Comunidad Digital. Así, las líneas que dividen lo digital y lo analógico se vuelven más tenues, y la voz de la ciudadanía se oye cada vez más fuerte.