En Lantern hemos cumplido 10 años, sí, una década, se dice pronto. Cuando nuestro querido Pablo Aranguren - gracias Pablo, que Dios te guarde, nos conectó a David Lacasa y mí, no sabía la que estaba armando. Tras terminar un buen plato de lentejas en nuestra primera comida de trabajo, los que seríamos luego partners in crime ya teníamos claro que Lantern como proyecto iba a gravitar sobre la innovación y el diseño centrado en personas, inspirados por el trabajo que estaban haciendo fuera de España la gente de Ideo, Fahrenheit 212 o Continuum.
Así que en 2012 abrimos las puertas de una de las primeras consultoras de innovación que había por aquel entonces en nuestro país. Éramos pocos y valientes, y seguimos siéndolo. Nos ha gustado ir a nuestro aire, primar calidad sobre volumen, y, sobre todo, pasarlo muy, pero que muy bien. Como dice mi socio ‘navarrico’, ‘ir los lunes a la oficina con ganas, dando un paseo’.
Este post necesariamente tiene que arrancar reconociendo que Lantern no sería nada sin la ayuda del equipo que pone su talento y esfuerzo en ayudar a nuestros clientes, cada día, sin reservas. El trabajo de consultoría es el mejor del mundo, pero es duro y exigente, y aun así, Lanternitas, qué cracks sois. Mil y mil gracias equipo. Gracias a nuestras familias, por apoyarnos, por su cariño, porque a veces los emprendedores somos un plomo, todo el día pensando en lo mismo. También gracias a toda la gente magnífica que pasó por nuestra casa, porque habéis dejado huella y os tenemos especial cariño. Y last but not least, gracias a tantos y tantos clientes que habéis confiado en nosotros.
Lo nuestro al principio era como una road movie. Arrancamos con gasolina, autobuses y disfraces, como quien dice, con nuestros tres primeros clientes Repsol, Alsa y la empresa más chula de disfraces que había por aquel entonces, Yuppiyei!, en Murcia. Recuerdo ir allí en tren y traernos limones, paparajotes y pasteles de carne. Nos tiraba lo de la comida, eso estaba claro. Todavía tenía que pasar un par de años hasta entrar de lleno en el sector alimentario. Entre tanto, hicimos cosas como diseñar el primer customer journey que usó la Caixa en su historia (en la unidad de banca privada), o hacer investigación sobre política y elecciones para una tropa de de geeks de Google de la sede en San Francisco que desembarcó en Madrid.
Y luego a los muy pocos años encadenamos varios proyectos en alimentación. Nos gustó tanto la gente, la industria y la posibilidad de tener impacto real que pivotamos y dejamos de ser generalistas, de ir a Boadilla o a la Diagonal, y apostar por ser especialistas en lo que de verdad nos gustaba.
No sé si lo hemos conseguido, pero desde luego sí que hemos trabajado con decenas y decenas de empresas de alimentación y bebidas en todas las comunidades autónomas de España (solo se nos han escapado Canarias, Cantabria y Extremadura, a ver si conseguimos clientes en ellas, ¡oiga!). Nos encanta trabajar para empresas que están por todas partes, no solo en Madrid y Barcelona, un aliciente más de este oficio.
Nos encanta el sector porque tiene un enorme significado en la vida de la gente, en la cultura del país, con alcance desde la "granja a la mesa", con un ecosistema de startups cada vez más floreciente y unas empresas, muchas familiares, que producen con altísima calidad y que están haciendo un enorme trabajo que merece un gran aplauso. Nos gusta la comida, porque la comida es amor, es entrega, la comida es real, no es digital, Mark Zuckerberg no anda por aquí, la comida no cabe bien en algoritmos ni en metaversos, la comida no miente, la comida es verdad.
En el 2015 sale al mercado nuestro primer ‘bebé’, la primera gama de productos ideado en la factoría Lantern: Delicias, unos batidos ‘para adultos’ bajo la marca Central Lechera Asturiana. Nos llena de orgullo. Cuando al año se retiran del mercado (no tenían ni un chavo de apoyo de comunicación y claro, no rotaban), sufrimos en ‘nuestras carnes’ lo duro que es esto de la innovación. Una historia similar a la que luego vivimos con Campofrio, que en un momento dado apuesta por nuestro diseño de una gama de salchichas gourmet, The Grillers (un concepto brutal), que se lanza al mercado en un piloto en cien tiendas, para luego meterse en un baúl y priorizar otras categorías. Pero aún con todo, lo tengo claro, cuando nos dejan, hacemos magia de la buena para ayudar a vender más a nuestros clientes, ahí están en los lineales algunos de ‘nuestros’ productos, desde cafés cold brew para Nescafé, hamburguesas Brooklyn Town, platos preparados para Florette, o las Pastas del Mar para Pescanova.
Muchos nos conoceréis por los estudios que hemos ido publicando sobre tendencias en el sector. Nuestro pionero white paper The Food Revolution (2014), ya hablaba de carne de laboratorio, huertos verticales y IoT en la cocina. Luego llegó la saga The Green Revolution, que es la referencia en España y Portugal para entender el fenómeno plant-based. Otros nos conoceréis porque estamos todo el día como el baúl de la Piquer, dando charlas en cualquier lugar del mundo y organizando eventos para ayudar dentro de nuestras posibilidades a generar un ecosistema más fuerte entre empresas, startups, food designers, medios, etc.
Y hablando de viajar, en esta década nos llena también de mucho orgullo haber salido fuera de nuestras fronteras. Recordamos con cariño el workshop que hicimos en París hace unos años sobre como ‘humanizar’ la factoría 4.0 para el líder mundial de las conservas de pescado; el trabajo de traducir tendencias, que a veces son etéreas, en productos alucinantes para la mayor cooperativa danesa el verano pasado; también tiene su aquel entender el mercado de prebióticos para una multi en Suiza o investigar el mercado de sopas en China. Sin olvidarnos de Portugal, donde andamos enredando todo lo que podemos. La ignorancia, y otras cosas, se curan viajando.
En este viaje también nos ha ayudado mucho la buena gente que hemos ido conociendo. Voy a nombrar solo unos pocos, pero sois muchos más, a todos os damos las gracias. Marta Lago, porque nos hiciste entender el poder del design thinking y de dar botes antes de idear. Eva Corredor (Repsol) por ayudarnos a arrancar la oficina. María González Roces (CAPSA), Miquel Beitia (Natra) y Verónica Cortés (Schweppes) porque confiasteis en nosotros cuando estábamos empezando. También las gracias a gente que sabe mucho de este negocio, como Juan Viñas (Pescanova), Paulo Serra y Camille Green (Campofrío), y por supuesto Jesús Alonso (Nestlé), porque con nosotros queríais innovar de una manera diferente y mejor en las empresas en las que trabajabais por aquel entonces. Y creo que lo conseguisteis.
Pero no solo de innovación vive Lantern. Somos mucho más.
Estamos trabajando para equipos de alta dirección en entender el mundo que viene y diseñar la estrategia de negocio que les permitirá anticiparse al futuro. También estamos ayudando a crear marcas que no dejan indiferente a nadie, conectando negocio y branding como muy pocos saben hacer, lado izquierdo y derecho del cerebro en su máxima expresión. Ahí están nuestros trabajos de estrategia de marca, de diseño de identidad o de packaging para Beef & Lamb from Spain, Rianxeira, Consum, o helados Pink Albatross, por ejemplo.
Mirando para atrás, todo esto ha valido mucho la pena. Hemos aprendido lo inimaginable, hemos creado valor, hemos hecho amigos, hemos disfrutado. Por delante tenemos aún mucha carretera, con parada y fonda quién sabe dónde. Ese viaje ya os lo cuento en un post dentro de diez años. Mientras tanto, gracias a todos y cuidaos mucho.