Los envases del futuro

sostenibles, activos e inteligentes
11/2014
Los envases del futuro

Los envases no sólo cumplen la función de preservar el alimento, también la de facilitar su transporte, llamar la atención del consumidor e informarle de su contenido. De hecho, el 33% de las decisiones de compra se hacen en base al packaging. Y un buen packaging puede ser tan viral como un buen video o contenido online ya que el 74% de los jóvenes comparte online un packaging especial.

Este mes de Noviembre Lantern estuvo presente en Empack, la feria sobre ‘The future of packaging technology’. Tras intercambiar conversaciones con varios expertos, el mensaje común que trasciende la esencia de nuestra visita es el siguiente: “los envases del futuro serán sostenibles, activos e inteligentes”.

Al final de la cadena, el envase termina siendo un residuo: cada uno de nosotros tiramos una media de 2 kg de envases diarios. Por lo tanto, el uso de envases sostenibles es crucial para no degradar más el medio ambiente. Existen muchos envases biodegradables, como el PLA, que son caros y no tienen todas las características adecuadas para proteger al producto de la manipulación que sufre durante toda su cadena de valor. Para solucionar este problema, se están desarrollando materiales biodegradables aditivados con arcillas que mejoran sus propiedades térmicas y de barrera.

Además de la protección física que confieren, los envases pueden aportar protección química que permite preservar mejor los alimentos que contiene para que sean comestibles durante más tiempo. A este tipo de envases se les denomina envases activos. Generalmente generan una atmósfera anti-oxidante que reduce la velocidad de respiración del alimento. Los envases activos tienen el problema de ser un 50% más costosos que los convencionales pero la ventaja de reducir el 1% de ‘food waste’, que en el caso de contener carne de pollo supone un ahorro de 2,5€ por día extra preservado.

Por último, un envase puede ser inteligente si logra comunicarse con una persona o una máquina. En el primer caso, el envase mejora su función de informar al consumidor al proporcionarle información de primera mano sobre el estado de putrefacción del producto que contiene. El envase suele contener una banda que reacciona con el ácido acético que desprende el producto coloreando su etiqueta de color verde (si el producto está fresco), naranja (si debe ser consumido con urgencia) y rojo (si no se debe consumir). En el segundo caso, el envase puede comunicarse con el lineal o con el almacén para informar al sistema del número de productos que están accesibles al público y automatizar, si fuera necesaria, una reposición del mismo.

La pregunta que nos hacemos en Lantern es: ¿Por qué los consumidores no estamos disfrutando ya de los beneficios que traen este tipo de packaging?
En nuestra opinión, las marcas pueden comenzar a explorar territorios en los que el packaging sea un verdadero elemento diferenciador: no solo por su atractiva apariencia sino por las ventajas que aporta al consumidor: “más días en tu nevera”, “mayor seguridad sanitaria” o “mayor integración en la domótica de tu hogar”. Esto último nos puede parecer futurista, pero la tecnología IoT (Internet of Things) va a estar cada vez más presente en nuestras vidas.
Además de reforzar la propuesta de valor que entregamos al consumidor, estos envases nos pueden permitir llegar con productos frescos a mercados más lejanos a los que antes no podíamos ir porque el producto perdía sus cualidades en el trayecto.

No tendremos que esperar demasiado para comenzar a verlos cobrar vida.